Voces in Action
Hay que garantizar que las nuevas tecnologías de energía beneficien a todos los estadounidenses
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Hay que garantizar que las nuevas tecnologías de energía beneficien a todos los estadounidenses
Escrito por Mari Hernandez Imagínese ésto: una señora jubilada de 70 años viviendo de un ingreso fijo en los suburbios del estado de Florida empieza a ver que sus vecinos aprovechan las nuevas tecnologías de energía, las cuales ella sabe que son buenas para el medio ambiente. Lastimosamente, esta dama es incapaz de participar en la modernización porque no está al alcance de su presupuesto. En otra parte del país, una pareja de edad media en el área rural del estado de Maine decide que quieren alquilar un sistema de paneles solares para que su casa funcione con energía limpia, pero se dan cuenta pronto que no existen compañías que alquilan paneles solares sirviendo a su comunidad. Estas dos situaciones ilustran lo que podría pasar si no somos capaces de evitar la "división eléctrica" - la brecha entre los individuos que pueden tener acceso a las nuevas tecnologías y servicios de energía y los que no. Esta situación podría empeorar aún más debido a lo que es comúnmente referido como el "espiral de muerte de los servicios" (utility death spiral), el cual puede suceder a medida que más y más individuos opten por instalar paneles solares y otras tecnologías de energía, y la red eléctrica se convierta en una fuente secundaria de energía para un mayor porcentaje de los usuarios. A medida que el número de usuarios de electricidad tradicional disminuye, los servicios públicos necesitarán aumentar las tasas de electricidad para asegurarse que puedan mantener la red. Es así como la pareja de Maine y la señora en Florida verían subir a sus costos mensuales de electricidad porque se encontrarían sin la opción de modernizar a los nuevos servicios y tecnologías. Hemos visto algo parecido previamente en la industria de telecomunicaciones (telecom). Piense cuántos entre todos sus conocidos todavía pagan por servicio telefónico tradicional. Es probable que ese número no es tan alto como lo era hace 10 años. Un informe reciente encontró que un 35,8 por ciento de los hogares en los EE.UU. se subscribieron exclusivamente a líneas celulares en el 2012, un aumento de 77 por ciento de lo que era ese número en el 2008. Dada la porción más baja de usuarios que están cubriendo los costos de manutención de cables telefónicos y la infraestructura necesaria para que los servicios sigan funcionando, los usuarios restantes de los servicios telefónicos tradicionales en general están pagando tasas más altas por sus servicios telefónicos sencillos y viejos. El cambio de teléfonos celulares y otros servicios telecom también ha expuesto a la división digital. De hecho, el acceso a la internet de banda ancha y a servicios de teléfono celulares todavía varía dependiendo del nivel de ingreso, raza, y lugar de residencia. En un reporte de 2012, el Pew Research Center encontró que los hogares con ingresos de menos de $30.000 anuales tienen 35 por ciento menos probabilidad de tener acceso al internet que hogares con ingresos de $75.000 o más. En el mismo reporte, 17 por ciento de los encuestados dijeron que el servicio de internet de banda ancha no estaba disponible en su área. La encuesta más reciente de la población demuestra que todavía existe una brecha racial, ya que más de 76 por ciento de hogares blancos no hispanos tienen acceso al internet en comparación con 58,3 por ciento de hogares hispanos y 56,9 por ciento de hogares afroamericanos. A medida que nuevas tecnologías de energía como paneles solares y sistemas de almacenaje de energía aumentan en popularidad, debemos asegurarnos que todos tengan acceso a ellos, no solo los más ricos o los que viven en o cerca de las ciudades grandes. Y aunque es poco probable que ésto ocurra en el próximo año o la próxima década, dado el ritmo al cual el cambio en las tecnologías de energía está ocurriendo, necesitamos tomar en consideración la posibilidad de que pueda ocurrir mucho más rápido de lo esperado, y empezar a pensar ahora en maneras para evitar la división eléctrica. Algunas políticas que pueden ser instituidas incluyen: un programa federal de préstamos que provea financiamiento a estadounidenses que viven en zonas rurales o de bajos ingresos para instalar tecnologías de energía solar; un mandato requiriendo que los servicios públicos ofrezcan nuevas tecnologías de energía a todos sus usuarios; un crédito fiscal para compañías de instalación solar que provean tecnologías de paneles solares a hogares de bajos ingresos; o la creación de un proveedor federal de nuevos recursos energéticos. El temor de una división eléctrica no significa que no debamos desarrollar, implementar, o adoptar nuevas tecnologías energéticas. Esto sería como decir que deberíamos tratar de resolver la brecha digital mediante el bloqueo de los teléfonos celulares o los servicios avanzados de transmisión de información o de internet. Lo cierto es exactamente lo opuesto: los cambios climáticos requieren que EE.UU. cambie rápidamente a la tecnología inteligente y eficaz con base en energía limpia y renovable. Es más, no tiene sentido tratar de prevenir a las personas a que se desconecten del sistema, o que traigan herramientas más inteligentes al mercado cuando hay mejores maneras de satisfacer las necesidades energéticas del consumidor y al mismo tiempo impulsar la economía de la nación. Garantizar el acceso universal a la electricidad requerirá liderazgo real y una dedicación a la implementación de un conjunto de políticas nuevas que toman en consideración las necesidades de los estadounidenses de bajos ingresos y los que viven en zonas rurales, para que los individuos como la señora en Florida y la pareja en Maine no se queden atrás, y para también asegurar que puedan aprovechar de todos los recursos energéticos en el mercado. Mari Hernandez es una investigadora asociada en el equipo que trata con temas de Política de Energía en el Center for American Progress, donde analiza política y legislación relacionados con temas de energía y cambios climáticos. Este artículo fue publicado originalmente en HuffPost Voces.
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